La mayoría de las plantas presentan variabilidad genética y fenotípica en distintos lugares de su área de distribución. Esta variabilidad debe tomarse en consideración cuando se manejan semillas de diferentes localidades con cualquier propósito. En plantas procedentes de diferentes localidades pueden haber evolucionado características específicas para lidiar con los factores limitantes locales y con las interacciones bióticas específicas del sitio, lo cual las hace inapropiadas para crecer en un nuevo conjunto de condiciones ambientales.
Dentro de una población de plantas existe siempre gran variación genética que debe ser preservada cuando se toman muestras de semillas con diferentes propósitos; por ejemplo, hay heterogeneidad natural en las características fisiológicas de las semillas de diferentes individuos, por lo que cuando se usan semillas de uno o pocos individuos para estudiar la longevidad o los patrones de germinación, los resultados obtenidos a veces no corresponden al comportamiento más común o medio de la población.
Mantener la valiosa variabilidad genética es una parte importante del almacenamiento de semillas, por lo que estas semillas deben ser recolectadas preferentemente de poblaciones silvestres, ya que cuando las semillas se colectan de poblaciones pequeñas, ya sea manejadas o cultivadas, ocurre una indeseable selección de aquellas características que están directa o indirectamente relacionadas con la domesticación. De esta manera se pierde la diversidad genética, lo cual puede ser perjudicial si en un momento dado se quiere utilizar la diversidad genética como una fuente de variabilidad para transferir a las especies en cultivo cualidades como la tolerancia a factores desfavorables, como la sequía o suelos pobres o resistencia a enfermedades. Esta variabilidad natural de los seres vivos es también uno de los recursos naturales renovables que se deben preservar para las futuras generaciones.
Las poblaciones naturales de plantas comúnmente presentan años buenos y años malos en la producción de semillas. Durante un año bueno se pueden obtener muestras grandes de semillas sanas y bien desarrolladas con alta viabilidad, y lo opuesto puede ocurrir durante un año malo, cuando sólo se encuentran semillas escasas o de baja calidad. Esto se debe, entre otras razones, a ciclos internos reproductivos presentes en una población de plantas estrechamente emparentadas, o a factores externos, como condiciones climáticas desfavorables para la reproducción o abundancia anormal de parásitos o depredadores de las partes reproductivas de las plantas. Con el propósito de evitar riesgos, la recolecta de semillas debe continuar durante varios periodos reproductivos para obtener la mejor muestra de semillas para almacenamiento o propagación.
Las semillas deben recolectarse a partir del mayor número posible de plantas individuales. El mínimo de individuos aceptable para conservar algo de la variabilidad que se encuentra en la población de una localidad es de 30 o más, siempre y cuando dichos individuos sean producto de reproducción sexual y no clonal, lo cual no siempre es fácil de percibir. Un número mayor de individuos y áreas de recolección más amplias permiten una mejor representación de tal variabilidad. Las semillas de cada genotipo materno deben mantenerse separadas si se desea mejorar la variación genética durante la multiplicación.
Cuando se recogen semillas de plantas anuales o perennes de corta vida no debe recolectarse más de 20% de la cosecha local total, ya que de otra manera podría resultar afectada su posibilidad futura de sobrevivencia. Esto es particularmente importante para las especies de plantas raras, con potencial reproductivo reducido o en plantas en vías de extinción.
La calidad de una muestra de semillas frecuentemente varía ampliamente dependiendo de su origen, nivel de maduración, grado de parasitismo y depredación, limitaciones de recursos para la reproducción dentro del año de colecta y las técnicas de recolección y manejo que se hayan empleado. La calidad de las semillas recolectadas tiene gran importancia, ya que las semillas de baja calidad no resisten el almacenamiento o no germinan tan bien como aquellas colectadas con más cuidado. Debe evitarse la recolección de semillas vanas, inmaduras, parasitadas, deformes o dañadas en alguna forma (Cuadro 1).
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UADRO
8. Problemas principales en la colecta, el almacenamiento y el transporte de las semillas.El momento ideal para colectar semillas es cuando los frutos sobre la planta madre están maduros y se inicia la diseminación de las semillas. Antes de ese momento las semillas pueden estar aún inmaduras fisiológica o estructuralmente e imposibilitadas para terminar su maduración. Cuando las semillas se recogen del suelo pueden estar hidratadas o contaminadas con microbios de la descomposición u hongos patógenos o parásitos, por lo que se deben recoger directamente de la planta.
Una vez colectadas las semillas debe tenerse mucho cuidado de evitar o reducir su exposición a condiciones que afecten su longevidad. Por ejemplo, se deben mantener frescas, ya que la viabilidad de las semillas y su vigor se ven reducidos conforme la temperatura se incrementa o cuando se exponen al calor más tiempo del necesario; incluso media hora de exposición al calor del Sol o al calor de un vehículo puede dañarlas. Colocar semillas húmedas en recipientes cerrados puede interrumpir la respiración normal y terminar asfixiándolas; el agua condensada del vapor de la respiración también puede promover el desarrollo de moho. La forma ideal de mantener semillas recién colectadas hasta su arribo al laboratorio es dentro de bolsas de papel o sacos de tela de algodón, porque estos materiales permiten la circulación de aire entre el interior y el exterior.
En lo que respecta a los frutos indehiscentes, la mejor manera de transportar sus semillas es dentro del fruto mismo y extraerlas en el local donde se realizará el resto de las manipulaciones.
Los laboratorios de semillas bien manejados mantienen regularmente un calendario para probar la viabilidad de las semillas almacenadas y así evitar almacenar semillas muertas, reemplazar muestras envejecidas y obtener información valiosa sobre la longevidad de las especies almacenadas. La mejor manera de averiguar su viabilidad es con una prueba de germinación, ya que otros procedimientos (cuadro 2), como la prueba del tetrazolio o el uso de respirómetros, son complicados y frecuentemente no dan resultados satisfactorios. Otra prueba, la que se realiza con rayos X, sólo es útil para verificar la cantidad de semillas dañadas o parasitadas de una muestra.
Pruebas de viabilidad
Por lo anterior, es conveniente realizar una prueba de germinación de las semillas al momento en que llegan al laboratorio; en caso de que la germinación sea dificil es recomendable aplicar una serie de tratamientos para inducirla. Después de almacenar las semillas debe probarse la germinación de la muestra cada cierto tiempo y compararla con los resultados iniciales.
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